Archivo de la categoría: DROGADICCIÓN

Definición
Consumo
Población de Alto riesgo
Daños

Factores hereditarios

Factores de riesgo para el consumo de drogas

La literatura que versa sobre las investigaciones (nacionales e internacionales) que se han realizado acerca de los factores de riego y de protección, describe una serie de clasificaciones en torno a esto, posibilitando predecir el aumento o la disminución del uso de drogas y de las conductas o problemáticas relacionadas. Se considera como factor de riesgo “Un atributo y/o característica individual, condición situacional y/o contexto ambiente que incrementa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas (inicio) o una transición en el nivel de implicación con las mismas (mantenimiento)”; y como factor de protección “Un atributo o característica individual, condición situacional y/o contexto ambiente que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas o la transición en el nivel de implicación con las mismas”. (Clayton, 1992).

Es extremadamente complicado definir una causa del abuso de sustancias. La conducta asociada al consumo de drogas está influida por múltiples factores, de forma que nunca puede identificarse una causa única o establecerse relaciones simples de causa-efecto. Un análisis superficial puede llevarnos a pensar que el verdadero causante de la drogadicción hay que buscarlo en las propiedades de la sustancia. Sin embargo, aunque es cierto que cada droga tiene unos efectos y una capacidad adictiva determinada, también hay que tener en cuenta que la sustancia sólo adquiere su importancia en la medida en que cumple una determinada función para el usuario en el marco de un contexto social que le otorga un significado concreto. Ello es especialmente patente si consideramos el inicio al consumo de una sustancia ya que, si bien su capacidad para generar adicción puede ayudar a entender en parte la persistencia en el consumo, difícilmente puede explicar el inicio de dicho consumo y la reiteración del mismo a pesar de efectos que pueden ser incluso desagradables en los primeros contactos. Junto a las características de la droga, también juegan un importante papel respecto al abuso de las mismas las características del consumidor, ya que éste no es un elemento pasivo que se limita a responder ante los efectos farmacológicos de la sustancia o a sufrir indefenso las influencias del ambiente. Por el contrario, el individuo es el verdadero protagonista de la conducta de consumo de drogas. Es quien da un significado u otro al efecto de las sustancias adictivas y es quien interpreta – o incluso modifica – el ambiente en que vive.

  1.  Factores de riesgo vinculados con la sustancia: La sustancia en sí misma no es un elemento fundamental; adquiere importancia en la medida en que cumple determinada función para el usuario de la misma y en el marco de un contexto que le otorga un significado concreto. No obstante debe tenerse en cuenta: Existe la oferta, y a mayor disponibilidad de la sustancia mayor riesgo de consumo Propiedades farmacológicas de la sustancia, vía de administración y capacidad adictógena de la misma
  2. Factores de riesgo vinculados con el individuo: Aún reconociendo la importancia que los factores ambientales desempeñan en el consumo de drogas, éste es – en último término – una conducta individual. En este sentido, aunque el contexto social puede ejercer una intensa presión hacia el consumo de estas sustancias, el individuo puede tener la posibilidad – si esa es su decisión y dispone de las capacidades necesarias para mantenerla – de rechazar tal presión e incluso de modificar el ambiente. De este modo se pone de manifiesto la importancia que las características individuales juegan en el inicio y el mantenimiento del consumo de drogas puesto que, en función de ellas, cada persona da diferente significado a los efectos de cada sustancia e interpreta de una manera u otra las influencias ambientales.

A continuación vamos a describir las variables propias y las características de cada persona que han sido relacionadas por la investigación con una mayor probabilidad de consumo de drogas. Son las siguientes:

Edad

En determinadas etapas evolutivas, por ejemplo, la adolescencia, aumentan los riesgos de iniciación.

Baja autoestima

La autoestima, es decir, la forma en que la persona se valora a sí misma (los defectos y las cualidades), ha mostrado tener gran influencia en el consumo de drogas. De hecho, es uno de los aspectos de la personalidad que más se deteriora a medida que avanza el proceso de adicción y que más atención requiere durante su tratamiento. Además, es una variable intensamente vinculada a la autoeficacia, es decir, al sentimiento de ser competente y capaz, cuyo desarrollo es de gran importancia, ya que es más probable que caiga en el consumo de drogas una persona que no se siente capaz de enfrentarse a la oferta de drogas o de resolver los problemas que la vida le plantea.

Baja asertividad

Una persona asertiva es aquella que es capaz de expresar sus sentimientos y sus opiniones de forma sincera y clara, comportándose de acuerdo a sus propias ideas y haciendo respetar sus derechos, sin herir a los demás pero sin dejarse avasallar.

Si un individuo no es capaz de ser asertivo, es decir, si no es capaz de mantener sus propias opiniones y de actuar según su criterio, es muy probable que tenga dificultades para enfrentarse adecuadamente a los demás cuando se trata de rechazar una oferta de drogas.

Elevada bÚsqueda de sensaciones

Las personas que muestran una elevada búsqueda de sensaciones se caracterizan por una tendencia a experimentar sensaciones nuevas e intensas, a menudo sin reparar en los riesgos que ello implica.

Diversas investigaciones han mostrado la relación de este rasgo de personalidad con diferentes conductas de riesgo, que pueden incluir desde la práctica de deportes de aventura hasta la implicación en el consumo de drogas.

Lugar de control externo

El lugar de control es una variable de personalidad que tiene que ver con el lugar en que las personas sitúan la causa de los acontecimientos que les suceden, oscilando desde un lugar de control muy externo (cuando considera que la causa está en factores externos a él, tales como la suerte, la sociedad, etc.) hasta un lugar de control muy interno (cuando considera que la causa se localiza en factores internos a él, tales como el esfuerzo, la inteligencia, etc.).

Las personas que tienden a pensar que sus problemas no se deben a sus propias características sino a factores externos pueden tender a solucionarlos mediante recursos externos, por ejemplo, mediante el consumo de sustancias.

Falta de conformidad con las normas sociales

La sociedad regula numerosas conductas, entre las cuales está el consumo de drogas. En algunos casos mediante disposiciones legales (drogas ilegales, prohibición de venta de alcohol o tabaco a menores, etc.) y en otros mediante normas tácitamente aceptadas (por ejemplo, cuándo y en qué medida es aceptable beber alcohol).

Los individuos que tienden a transgredir las normas que regulan el comportamiento de las sociedades (conducta antisocial) pueden verse impulsadas a consumir drogas por el mero hecho de incumplir la norma.

Escasa tolerancia a la frustraciÓn

A lo largo del proceso de desarrollo de la personalidad, el sujeto aprende a postergar la gratificación de sus necesidades, de tal forma que llega a ser capaz de asumir una cierta dosis de frustración. Algunas personas, incapaces de tolerar la frustración, requieren la satisfacción inmediata de sus necesidades, de forma que las drogas pueden parecerles inicialmente un medio rápido para lograr el placer inmediato, más difícil de conseguir por otros medios.

Elevada necesidad de aprobaciÓn social y falta de autonomÍa respecto al grupoan

A lo largo del proceso de socialización se aprende a valorar los refuerzos sociales, entre los que la aprobación de los demás es uno de los más importantes.

Algunas personas tienen mayor necesidad de obtener tal aprobación, lo cual les puede llevar a una situación de extrema dependencia respecto al grupo ya que, para lograrla, ajustarán su conducta a las exigencias de los demás sin tener en cuenta si se trata de un comportamiento adecuado e ignorando los costes personales que ello pueda suponer.

En un ambiente de cierta presión hacia el consumo de drogas, las personas que no sean capaces de mantener una postura independiente del grupo, aunque ello les suponga perder la aprobación de los demás, tienen mayores probabilidades de incorporarse a dicho consumo.

Dificultad para el manejo del estrÉs

Muchos de los efectos de las drogas sobre el sistema nervioso tienen relación con sensaciones de relajación o de bienestar. Por este motivo, cuando se tiene dificultades para controlar la sensación de ansiedad que genera el ambiente, es probable que se recurra al consumo de drogas.

InsatisfacciÓn con el empleo del tiempo libre

Un tiempo libre empleado en actividades facilitadoras del consumo de drogas (por ejemplo, pasar mucho tiempo en bares) o de forma poco satisfactoria para el individuo (por ejemplo, pasar mucho tiempo aburrido o sin hacer nada) puede aumentar la probabilidad de implicarse en el consumo de drogas.

Por el contrario, la investigación ha puesto de manifiesto que un patrón productivo de empleo del tiempo libre, dedicado a actividades culturales, deportivas, de relación con la familia, etc., se relaciona con menores consumos de drogas.

Bajo aprovechamiento escolar

Aunque no hay que sobrevalorar el papel del éxito académico como protector frente al consumo de drogas (de hecho, algunas investigaciones han encontrado consumidores de drogas en todos los niveles de rendimiento escolar y en todos los niveles educativos), sí que es cierto que un escaso aprovechamiento escolar es un factor que se relaciona habitualmente con el consumo de drogas.

La explicación de la enorme influencia que puede ejercer una deficiente trayectoria escolar puede estar, precisamente, en la compleja interrelación que esta actividad guarda con el desarrollo de las capacidades intelectuales de los individuos (por ejemplo, puede generar un menor nivel de conocimientos), con el desarrollo de su personalidad (por ejemplo, puede producir menor autoestima) y con su desarrollo social (por ejemplo, la repetición de curso puede generar rechazo social o aislamiento al romper la relación con los compañeros de curso).

Falta de habilidades sociales

Para que los individuos establezcan una relación adecuada y satisfactoria con su ambiente social es necesario que dispongan de una serie de habilidades que les permitan hacerlo. Ejemplos de éstas son: habilidades para saber hacer y recibir cumplidos, iniciar o terminar conversaciones, presentarse adecuadamente, pedir disculpas, preguntar el por qué de su conducta a otro, negarse a peticiones injustificadas, defender los propios derechos, etc.

Estas habilidades constituyen patrones de conducta adquiridos a través de la experiencia y que, en consecuencia, no tienen tanto que ver con la forma de ser de una persona como con el aprendizaje de los mismos. Algunas tienen un carácter muy general y se relacionan con el consumo de drogas sólo en tanto que pueden mejorar la integración social del individuo y, por consiguiente, reducir el riesgo asociado a una situación de marginación o aislamiento.

La falta de conocimiento acerca de las drogas

La falta de conocimiento acerca de las drogas ha sido una de las causas que se ha relacionado con su consumo. Sin embargo, su papel en el desarrollo de la dependencia del tabaco, del alcohol o de otras drogas es, hoy en día, todavía muy controvertido. Mientras algunos autores han concluido que los conocimientos acerca de las consecuencias derivadas del consumo de drogas apenas tienen influencia sobre dicho consumo, otros consideran de gran importancia dar información sobre el tema especialmente a los más jóvenes.

Independientemente de que un mayor o menor conocimiento de las consecuencias derivadas del consumo de las diferentes sustancias influya por sí mismo en dicho consumo, sí parece que una carencia de información constituye un factor de riesgo, ya que dificulta la toma de una decisión responsable respecto al consumo.

Las expectativas positivas respecto a las consecuencias del consumo de drogas

Muy relacionadas con los conocimientos están las expectativas que tienen los individuos respecto a cuáles serán las consecuencias del consumo. En este sentido, tener altas expectativas positivas, es decir, esperar consecuencias agradables del consumo (por ejemplo, que gracias a la sustancia mejorará su comportamiento social) se relaciona con un mayor consumo de drogas.

Al respecto conviene señalar que las expectativas positivas y negativas pueden tener diferente efecto sobre el consumo de drogas. Algunas investigaciones han puesto de manifiesto que, si bien hay una intensa relación entre las expectativas positivas y el consumo de algunas drogas, las expectativas negativas (por ejemplo, esperar un deterioro de la salud a largo plazo) apenas se relacionan con tales consumos. De este modo parece confirmarse la inutilidad de proporcionar información acerca de las consecuencias negativas del consumo de drogas más allá de lo estrictamente necesario para posibilitar la toma de decisiones

La falta de habilidades para tomar decisiones o resolver problemas

Tanto la toma de decisiones como la resolución de problemas son procesos cognitivos que pueden aprenderse. Existe la posibilidad de entrenar a las personas en la identificación de problemas y alternativas, en la valoración de éstas, en la selección de la más adecuada, en el establecimiento de los medios necesarios para dirigir la propia conducta hacia la meta fijada y en la evaluación de los resultados obtenidos.

Si una persona carece de estas habilidades, la dificultad para resolver un problema puede generar una situación de malestar y de incapacidad que dificulta cada vez más la posibilidad de resolverlo. Del mismo modo, si una persona queda paralizada por la ansiedad que le produce tener ante sí varias alternativas y verse obligado a renunciar a algunas de ellas para alcanzar otras, puede llevarle a decisiones irreflexivas o a perderse en divagaciones que hagan que, cuando finalmente tome una decisión, ésta ya carezca de validez.

Si pensamos que toda persona debe decidir en algún momento de su vida si consumir o no consumir drogas, podemos valorar el riesgo que entraña que una persona no sea capaz de tomar decisiones de forma adecuada.

Además, la ansiedad producida por la falta de habilidad para elegir la opción correcta y determinar los pasos necesarios para llevarla a cabo o por la incapacidad para resolver los propios problemas, puede llevar a una persona a recurrir a sustancias que -por su acción relajante o por la sensación de eficacia que producen- le faciliten el manejo de estas situaciones.

Actitudes favorables hacia las drogas

Tener una actitud positiva hacia el consumo de drogas constituye un factor de riesgo evidente, puesto que predispone favorablemente al individuo hacia su consumo.

ConfusipÓn en el sistema de valores

Un valor es una creencia acerca de que una conducta o un objeto es mejor que otro, teniendo una influencia prescriptiva sobre la conducta de tal modo que el individuo se siente obligado a comportarse de acuerdo a ese valor.

Su influencia sobre la conducta se produce a través de la autoestima, de tal forma que el hecho de comportarnos de acuerdo a lo que consideramos correcto, es decir, de acuerdo a nuestros valores, nos produce un sentimiento de autoestimación que nos resulta satisfactorio, lo cual nos refuerza para mantener esa conducta.

Algunos valores como el éxito, el dinero, el poder, etc., pueden tener relación con el consumo de determinadas sustancias (por ejemplo, cocaína), mientras que valores como la búsqueda del placer, la diversión, etc., pueden estar relacionados con el consumo de otras (alcohol, marihuana, heroína, etc.).

Factores hereditarios explican el consumo de drogas

El uso, el abuso y la dependencia de sustancias psicoactivas ilícitas son problemas importantes de salud pública. Entender las diferencias de riesgo es trascendental para desarrollar acercamientos eficaces en la prevención y el tratamiento. La evidencia sugiere que la tendencia a los desórdenes adictivos se relaciona con la agregación familiar, de hecho, algunos estudios sugieren que parte de esta agregación es el resultado de factores genéticos. Una de las fuentes más valiosas de información sobre las diferencias individuales han sido los estudios poblacionales en gemelos, que permiten el análisis independiente de las adicciones y del historial de los tratamientos. Varias y diversas predicciones son posibles sobre la asociación entre la disponibilidad de las drogas prohibidas, reflejadas en el predominio de su uso y los factores hereditarios de su consumo.

En este informe, investigadores del Departamento de Psiquiatría y Genética Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad del Estado de Virginia (Richmond, Estados Unidos), examinaron el uso y abuso de drogas ilícitas en una muestra de gemelos noruegos, un país con niveles relativamente bajos de consumo adictivo. Los autores evaluaron uso y dependencia para cinco categorías de agentes ilícitos (marihuana, estimulantes, opiáceos, cocaína y alucinógenos) a través de entrevistas personales en 1.386 pares de gemelos adultos.

Los resultados reportaron un consumo significativo en el tiempo de sustancias ilícitas (definido como el consumo de 10 o más veces) solamente en el 6.4% de la muestra. La significancia de los análisis se dio para el uso de cualquier sustancia o para cada una de ellas individualmente, pero para los síntomas o el diagnóstico de abuso/dependencia la significancia sólo se observó para el consumo de marihuana. Los modelos estadísticos encontraron una semejanza uniforme para los gemelos debido en gran parte a los factores genéticos. Los modelos para los análisis incluyeron solamente los efectos ambientales individuales específicos y genéticos con estimaciones de heredabilidad extendidas del 58% hasta el 81%.

En conclusión, al igual que investigaciones realizadas en Estados Unidos y en Australia, los factores genéticos parecen jugar un papel preponderante en la etiología del consumo y dependencia de drogas consideradas ilícitas en Noruega.

¿Qué es la drogadicción?

La drogadicción es una enfermedad crónica del cerebro, a menudo con recaídas, caracterizada por la búsqueda y el consumo compulsivo de drogas a pesar de las consecuencias nocivas para la persona adicta y para los que le rodean. Al igual que muchas otras enfermedades crónicas con recaídas, como la diabetes, el asma o las enfermedades del corazón, la drogadicción puede tratarse exitosamente. Sin embargo, al igual que otras enfermedades crónicas, también es común que haya recaídas y que el drogadicto retorne al consumo de drogas. Estas recaídas, sin embargo, no significan un fracaso. Más bien son una señal de que se debe reinstaurar o ajustar el tratamiento o de que es necesario un tratamiento alternativo para que la persona recobre el control y pueda recuperarse.

¿Qué le pasa al cerebro cuando se usan drogas?

Las drogas contienen sustancias químicas que infiltran el sistema de comunicación del cerebro perturbando el envío, la recepción y el procesamiento normal de información entre las células nerviosas. Hay por lo menos dos maneras que las drogas pueden hacer esto: 1) imitando los mensajeros químicos naturales del cerebro y 2) sobreestimulando el “circuito de gratificación” del cerebro. Algunas drogas, como la marihuana y la heroína, tienen una estructura similar a la de ciertos mensajeros químicos llamados neurotransmisores, que el cerebro produce de manera natural. Esta semejanza permite a las drogas “engañar” a los receptores del cerebro y activar las células nerviosas para que envíen mensajes anormales. Otras drogas, como la cocaína o la metanfetamina, pueden hacer que las células nerviosas liberen cantidades excesivamente altas de los neurotransmisores naturales (especialmente la dopamina) o pueden bloquear el reciclaje normal de estas sustancias químicas en el cerebro, lo cual es necesario para cortar el envío y la recepción de las señales entre las neuronas. El resultado es que el cerebro queda saturado de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que se encuentra en las regiones del cerebro que controlan el movimiento, las emociones, la motivación y las sensaciones placenteras. Normalmente, el sistema de gratificación responde a los comportamientos naturales relacionados con la sobrevivencia (como comer, pasar tiempo con los seres queridos, etc.), pero cuando es sobreestimulado por las drogas psicoactivas produce efectos eufóricos. Esta reacción inicia un ciclo vicioso de refuerzo que “enseña” a las personas a repetir el comportamiento de abuso de drogas que causó la gratificación. Cuando una persona continúa abusando de las drogas, el cerebrose adapta a estas oleadas abrumadoras de dopamina produciendo menos dopamina o disminuyendo el número de receptores de dopamina en el circuito de gratificación. El resultado es un menor impacto de la dopamina sobre el circuito de gratificación, lo que limita el placer que el usuario es capaz de derivar no sólo de las drogas, sino también de acontecimientos en su vida que anteriormente le causaban placer. Esta disminución en el placer obliga al drogadicto a continuar consumiendo las drogas en un intento de lograr que la función de la dopamina regrese a su nivel normal. Sin embargo, ahora necesita consumir una cantidad mayor de la droga en un intento de elevar la función de la dopamina a su nivel normal inicial. Este efecto se conoce como tolerancia. El abuso a largo plazo también causa cambios en otros sistemas y circuitos químicos del cerebro. El glutamato es un neurotransmisor que influye sobre el circuito de gratificación y la habilidad para aprender. Cuando el abuso de drogas altera la concentración óptima del glutamato, el cerebro intenta compensar este desequilibrio, lo que puede deteriorar la función cognitiva. Los estudios de imágenes del cerebro de las personas drogadictas muestran cambios en las áreas del cerebro esenciales para el juicio, la toma de decisiones, el aprendizaje, la memoria y el control del comportamiento. En conjunto, todos estos cambios pueden hacer que el toxicómano busque y use las drogas compulsivamente a pesar de conocer las consecuencias adversas, y hasta devastadoras que conlleva su comportamiento. Ésta es la naturaleza de la adicción.

¿Por qué algunas personas se vuelven adictas a las drogas y otras no?

No hay un solo factor que determine si alguien se volverá drogadicto. El riesgo de contraer esta enfermedad está influenciado por una combinación de factores que incluyen la constitución biológica de la persona, el entorno social y la edad o etapa de desarrollo en que se encuentra. Mientras más factores de riesgo se tienen, mayor es la probabilidad de que el consumo de drogas se convierta en adicción. Por ejemplo:

  • Constitución biológica: Los genes con los que se nace, en combinación con las influencias del entorno, son responsables de alrededor de la mitad de las vulnerabilidades a la adicción. El sexo, la etnia y la presencia de otros trastornos mentales también pueden influir sobre el riesgo para el abuso de drogas y la drogadicción.
  • Entorno o medio ambiente: El entorno de cada persona implica muchos factores, desde la familia y los amigos hasta el nivel socioeconómico y la calidad de vida en general. Ciertos factores como la presión social (de amigos o colegas), el abuso físico o sexual, el estrés crónico y la calidad de crianza que les han dado los padres, pueden tener una gran influencia sobre si la persona llega a consumir drogas y si esto progresa a la drogadicción.
  • Etapa de desarrollo: Los factores genéticos y ambientales interactúan con las etapas críticas del desarrollo humano afectando la susceptibilidad a la adicción. Si bien el consumo de drogas a cualquier edad puede llevar a la adicción, mientras más temprano se comienza a consumir drogas, mayor es la probabilidad que éste progrese al abuso y a la adicción. Lo cierto es que cualquier exposición a drogas de abuso constituye un reto especial para los adolescentes. Como las áreas del cerebro que gobiernan la toma de decisiones, el juicio y el autocontrol aún se están desarrollando activamente durante la adolescencia, los adolescentes pueden ser especialmente propensos a comportamientos de riesgo, los que incluyen la experimentación con las drogas de abuso.

La clave está en la prevención

La drogadicción es una enfermedad que se puede evitar. Los resultados de las investigaciones auspiciadas por el NIDA han demostrado que los programas de prevención que involucran a la familia, la escuela, la comunidad y los medios de comunicación son eficaces para reducir el abuso de drogas. Si bien hay muchos acontecimientos personales y factores culturales que afectan la propensión de una persona a abusar las drogas, cuando los jóvenes perciben que el consumo de drogas es perjudicial, se observa una disminución en la tendencia a consumirlas. Por lo tanto, la educación y el activismo comunitario son claves para ayudar a los jóvenes y al público en general a comprender los riesgos del abuso de drogas. Los maestros, padres, médicos y demás profesionales de la salud pública deben continuar mandando el mensaje que la drogadicción se puede evitar si la persona nunca consume drogas.